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lunes, 27 de agosto de 2007

Trabajo práctico de Filosofía: Nietzsche y sus críticos

[Tiago Suárez Lavandera]

Consigna:

Consigna: Reflexione sobre el texto que sigue en función de los conceptos que aprendió de Nietzsche. Hay determinadas categorías interpretativas que Ud ha conocido últimamente (por ejemplo, el concepto de verdad como metáfora) y puede analizar, desplegar, profundizar la lectura de este texto usando esas categorías. Luego, con las ideas de Foucault, Heidegger y Rorty componga un texto crítico donde desarrolle nuevas ideas interpretativas a partir del texto. Puede realizar una crítica desde estos autores, o realizar un despliegue de las ideas enriqueciendo la mirada de Nietzsche con nuevas perspectivas.

Debe imprimir este texto y adjuntarlo al trabajo. Se debe subir al blog el TP simultáneamente con la entrega en papel.

Escritos póstumos

5[3]

Ponemos la palabra allí donde comienza nuestra ignorancia, donde no podemos ver más allá, por ejemplo: la palabra «yo», la palabra «hacer», la palabra «sufrir», éstas son quizás las líneas del horizonte de nuestro conocimiento, pero no «verdades»

5[22]

Solución fundamental: creemos en la razón: pero esta es la filosofía de los conceptos grises, el lenguaje está construido sobre los prejuicios más ingenuos. Ahora leemos en las cosas disonancias y problemas que nosotros mismos les hemos introducido debido a que sólo pensamos en la forma del lenguaje -y a que por ello, creemos la “verdad eterna” de la “razón”, por ejemplo, sujeto, predicado, etc. Dejamos de pensar si no lo queremos hacer bajo la constricción del lenguaje, llegamos a la duda de ver aquí un límite como límite.

El pensamiento racional es un interpretar según un esquema del que no nos podemos desprender

6 [8]

[...] nuestras condiciones de existencia prescriben las leyes generales en el interior de las cuales vemos, podemos ver formas, figuras, leyes

9[60]

(46) Inmenso acto de a u t o e x a m e n: volverse conciente de sí mismo no como individuo sino como humanidad. Recapacitemos, pensemos hacia atrás: recorramos los pequeños y los grandes caminos.

El hombre busca “la verdad”: un mundo que no se contradiga, no engañe, no cambie, un mundo verdadero -un mundo en el que no se sufra: contradicción, engaño, cambio- ¡causas del sufrimiento!. El hombre no duda de que hay un mundo como debe ser; quisiera buscar el camino que conduce a él- (Critica hindú: incluso el “yo” como aparente, como no-real).

¿De dónde toma el hombre en este caso el concepto de realidad?

¿Por qué deriva el sufrimiento precisamente del cambio, del engaño, de la contradicción? ¿Por qué no más bien su dicha?... -El desprecio, el odio contra todo lo que pasa, cambia y se transforma: -¿De dónde proviene esta valoración de lo permanente?

Evidentemente, aquí la voluntad de verdad es el simple deseo de encontrarse con un mundo de lo permanente.

Los sentidos engañan, la razón corrige los errores: en consecuencia, se concluye que la razón es el camino hacia lo permanente; las ideas que tienen menos de los sentidos deben estar mas próximas al “mundo verdadero”.

-De los sentidos provienen los mayores golpes de desgracia -ellos son embaucadores, seductores, aniquiladores.

La dicha sólo puede estar garantizada en lo que es: cambio y dicha se excluyen. El deseo supremo tiene en vista la identificación con lo que es. Este es el curioso camino a la mas alta dicha.

En suma: el mundo, tal y como debería ser, existe; este mundo en el que vivimos es solamente error -este mundo nuestro no debería existir.

La creencia en lo que es se manifiesta solamente [como] una simple consecuencia: el verdadero primum mobile es la falta de fe en lo que deviene, la desconfianza hacia lo deviniente, el menosprecio hacia todo devenir...

¿Qué especie de hombre reflexiona de esta manera? Una especie sufriente, improductiva, una especie cansada de la vida. Si nos figuráramos la especie contraria de hombre, a ésta no le seria necesaria la creencia en lo que es: mas aún, lo despreciaría como muerto, aburrido, indiferente...

La creencia en que el mundo tal y como debería ser, es, existe realmente, es una creencia de los improductivos que no quieren crear un mundo como debe ser. Ellos lo erigen como existente, buscan medios y caminos para acceder a él. -“Voluntad de verdad” como impotencia de la voluntad de crear.

[…]

9[89]

Es necesaria la aceptación del ente para poder pensar e inferir: la lógica tan sólo maneja fórmulas para cosas estables.

Por ello esa aceptación carecería de fuerza probatoria para la realidad: «el ente» forma parte de nuestra óptica.

El «yo» como ente (intacto ante el devenir y la evolución).

El mundo ficticio del sujeto, de la substancia, de la «razón» , etc. es necesario: hay en nosotros un poder que ordena, simplifica, falsifica, separa artificialmente. «Verdad»: voluntad de hacerse dueño de la multiplicidad de las sensaciones, ensartar los fenómenos bajo categorías determinadas. En ello partimos de la creencia en el «en sí» de las cosas (tomamos los fenómenos como reales).

El carácter del mundo en devenir como informulable, como «falso», como «contradiciéndose».

Conocimiento y devenir se excluyen.

Por consiguiente el «conocimiento» tiene que ser otra cosa: tiene que precederle una voluntad de hacer-cognoscible, una especie de devenir mismo tiene que crear la ilusión del ente.



Trabajo práctico de Filosofía: Nietzsche y sus críticos


Análisis:


5[3] y 5[22]

En estas dos frases citadas de Nietzsche se puede ver cuán importante era para él el problema de las influencias de la gramática en la sociedad y, particularmente, en la filosofía, ya que a fin de cuentas era aquella quien guiaba al hombre hacia determinadas conclusiones y no hacia a otras. Es decir, a causa de la invención y existencia de palabras como “ser”, “yo”, o “verdad” es que surge una entera rama del pensamiento en la cuál se desarrollan, por ejemplo, las creencias de entidades dotadas con rasgos permanentes y propios, de esencias y naturalezas universales, y que finalmente favorecen una interpretación substancialista de la realidad.

Según Nietzsche, ésta es una razón, entre otras, para la existencia de la metafísica como la conocemos, y con su prolongada permanencia en la filosofía a lo largo de la historia. A su modo de verlo, si nuestra gramática fuese distinta, nuestra forma de ver y entender el mundo sería también distinta, pero por la forma en que se dio a partir del modo en que se desarrolló la gramática, la metafísica parecería haber sido un punto por el cual sería necesario transitar tarde o temprano.

En su amplia crítica de la metafísica, Nietzsche cree que por ésta y otras cuestiones es que ésta es fuente de ignorancia, palabra que de hecho utiliza en la primera de las frases citadas. Intenta demostrar para esto que la metafísica es aquel límite después del cuál no podemos ver nada más; donde “comienza nuestra ignorancia”. Pero señala que no por esto se debe confundir a dichos límites con verdades, dado que no por que no lo entendamos o no seamos capaces de verlos quiere decir que no sea cierto. Hay verdades que ciertamente exceden al hombre y se escapan de sus manos (si es que hay alguna que no lo hace).

Este punto de origen de la metafísica se une con otros dos orígenes postulados por Nietzsche: el primero, la invención del mundo racional iniciada en Platón, teoría en la cual se divide a la realidad en dos mundos, uno verdadero ligado a la razón, y uno aparente ligado a los sentidos. Y englobando a lo anterior, el segundo origen que postula es un origen psicológico tanto del platonismo como de la metafísica, en el cual las categorías metafísicas como substancia, ser, esencia, o unidad son puras invenciones para en ellas encontrar el reposo, la regularidad y la calma ausentes del único mundo existente; el que se ofrece a los sentidos. Este último está más ligado a la segunda cita (5[22]), planteando una intrínseca relación de circularidad entre el lenguaje y la razón, en la cuál uno lo justifica al otro y viceversa, y es por ello que cuando desaparece uno, también lo hace el otro, tal como dice Nietzsche cuando explica que “Dejamos de pensar si no lo queremos hacer bajo la constricción del lenguaje”.

6[8]

En ésta cita Nietzsche trata de transmitir que lo que vemos cuando miramos acostumbradamente, por ejemplo, un objeto, no es ya el objeto en sí, sino lo que éste nos representa en función de la utilidad que le proporcionamos. Concretamente, una vez que las acciones llegan a ser habituales, se transforman en automáticas (se da un proceso de automatización). Y ya no percibimos el objeto en su constitución total, sino a través de sus rasgos más característicos o por el lugar que ocupan en nuestro mundo circundante (distinto para todos). Es por esto que Nietzsche utiliza la palabra “prescriben” hablando de la relación entre nuestras condiciones y la leyes generales, ya que es precisamente eso lo que sucede, las primeras determinan (sinónimo de prescribir) a las segundas.

9[60]

Lo aquí desarrollado es el concepto de nihilismo al cual Nietzsche dedica una considerable parte de obra. Nihilismo proviene precisamente de “nada” (“nihil”), palabra a la que aluda en la cita en cuestión, haciendo referencia a las nuevas creencias e ideas modernas (para su época), que nuevamente conducen a la creencia y deseo de lo estable, lo permanente, lo eterno, y nunca a lo que cambia y se transforma.

En esta cita Nietzsche critica esencialmente a aquellos que prefieren creer que “lo que debiera ser” existe y viven en la búsqueda de un camino que conduzca a ello, ante lo cual surge, entre otras cosas, la religión, en vez de creer que “lo que debiera ser no existe” y debe hacérselo a fuerza de voluntad. De aquí que piense a la “Voluntad de verdad como impotencia de voluntad de crear”.

Nietzsche mismo es un ferviente nihilista del tipo activo, que pretende la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos, fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia y de una nueva moral. Se diferencia de los nihilistas del tipo pasivos en que estos últimos no creen en ningún valor, pues consideran que todo valor es posible sólo si Dios existe, y por lo antes dicho, Dios no existe, lo que conllevaría a la total pérdida de fe en todo. Además, dado que hasta la aparición del nihilismo se creía que la vida tenía un sentido porque algo exterior se lo daba, con la muerte de Dios la vida pierde sentido, abandonando al hombre en la desesperación.

Bibliografía:


- Nietzsche, F., (trad. 1998) Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Madrid: Tecnos.

- http://www.nietzscheana.com.ar, Horacio potel.

- http://www.e-torredebabel.com, Javier Echegoyen Olleta.



[Tiago Suárez Lavandera]

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